ARROZ BRAZAL
Branding / Packaging / Ilustración
El objetivo de este proyecto era desarrollar un packaging distintivo y con identidad propia para la marca de arroces Brazal, resaltando su origen en los Pirineos y su conexión con la naturaleza. Más allá de un diseño atractivo, se buscaba transmitir una historia, aportando un valor cultural y emocional al producto.
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Del mito a la mesa, un arroz con historia
El nuevo packaging no es solo un envoltorio, es una historia contada a través de formas, colores y texturas. Cada variedad de arroz cobra vida con una leyenda de la mitología pirenaica, fusionando tradición y naturaleza a través de un diseño animado pero impactante.
La creciente demanda de productos locales ofrecía un espacio para que Brazal expresara su potente propuesta de valor.
El reto principal era poder transmitir con el packaging estos atributos de forma clara y llamativa, utilizando diseño y storytelling. Siendo capaces de crear sinergia entre las emociones y la tierra.
Las leyendas de los Pirineos nos hablan de fuerzas poderosas que protegen la naturaleza, donde el amor, la magia y la sabiduría se entrelazan con el agua y la tierra. En el diseño del packaging para Brazal, se ha querido capturar esta misma esencia, contando una historia de respeto por los recursos naturales que dan vida a su arroz, a través de historias únicas y llamativas.
Cuentan las viejas historias de los Pirineos que, hace mucho tiempo, en lo alto del Aneto vivía un gigante. Era un ser enorme y temido por su furia, pues no soportaba a los humanos que se acercaban a sus dominios. Una vez, enfurecido por un grupo de aldeanos que le desafiaron, lanzó una gigantesca roca desde la cima, provocando el deshielo que inundó los valles más cercanos.
Pero el gigante no siempre fue así. Según dicen, su ira era fruto de la soledad y el frío que lo rodeaban. Finalmente, agotado y arrepentido, el gigante se quedó dormido para siempre bajo el glaciar del Aneto, y allí permanece, formando parte de la montaña que lleva su nombre.
Cuentan las viejas historias de los Pirineos que, hace mucho tiempo, vivía una joven guerrera llamada Pyrene, cuya belleza era conocida por todo el mundo. Se dice que Pyrene vivió un trágico amor con Hércules, el héroe griego. Él, tras un breve pero intenso romance, partió en busca de nuevas hazañas, dejando a Pyrene sola y desolada. Abandonada y sumida en la tristeza, la princesa terminó pereciendo en un accidente.
Al encontrarla sin vida, Hércules, consumido por el dolor, apiló enormes rocas para construir un sepulcro digno. Así nacieron los Pirineos, una cordillera que lleva su nombre como testimonio eterno de su amor y su pérdida.
Cuentan las viejas historias de los Pirineos que, hace mucho tiempo, en sus valles y montañas vivían las Encantarias, misteriosas criaturas mágicas parecidas a ninfas o hadas, que cuidaban de la naturaleza de los valles. Eran criaturas hermosas, dotadas de poderes sobrenaturales, guardianas que protegían los bosques, los ríos y los animales.
Pero también eran caprichosas y vengativas con aquellos que dañaban su entorno, castigando sus acciones con tormentas, desbordes de ríos o la pérdida de las cosechas. Aunque temidas, las Encantarias eran símbolo de la conexión sagrada entre el ser humano y la naturaleza.
Cuentan las viejas historias de los Pirineos que, hace mucho tiempo, un temible dragón habitaba las profundidades de las montañas. Era una criatura colosal, con escamas tan duras como la roca y un aliento de fuego capaz de arrasar todo a su paso. El dragón despertaba cuando alguien dañaba los bosques o ensuciaba los ríos, y con un rugido hacía temblar la tierra para recordarles que esas montañas eran sagradas.
Pero un día, el dragón desapareció. Algunos dicen que se sumió en un sueño eterno, mientras otros creen que su espíritu vive en la brisa que acaricia los valles y en la fuerza de los ríos que descienden de las cumbres.